jueves, 15 de julio de 2010

"La educación es el camino. No hay tarea más grande delante de nosotros"


José "Pepe" Mujica.

De todo lo hablado, expuesto, testimoniado, culpado, discutido y propuesto acerca del flagelo de la inseguridad en nuestra ciudad, dos temas originaron mi inquietud de compartir estas líneas con ustedes. En primer lugar, quedó pendiente la responsabilidad que le cabe a los directivos o encargados de institutos para menores cuando estos se escapan. El adolescente que colmó el vaso de la paciencia estaba en un instituto y se había escapado por lo menos 20 días antes, según expresó el Jefe de Policía Departamental en el H.C.D., sin que se hubiera dado parte de ello a las autoridades de nuestra ciudad en la que, casi con total seguridad, se había guarecido. Por otra parte, no se sabe si antes del hecho (el robo y la caída a una señora), alguien lo había visto en Gualeguay; sí me cabe la certeza de que su familia lo sabía. En ese tema no se ahondó y menos aún en la falta cometida por los responsables del instituto por no avisar. Es de pensar que, de esta forma, un menor puede salir, volver a su ciudad, irse y hasta no ser visto nunca más. El interrogante es, ¿qué sanción le cabe ante esta falta a quienes no comunican una huida de un menor que está en ese lugar por delitos a la sociedad y bajo la tutela de gente especializada?
En segundo lugar, y entre un sinfín de propuestas que se han escuchado, que van desde la necesidad de un regreso de los militares, traer efectivos de todas las fuerzas, patrullajes vecinales, a mi entender se destacó una que es la preocupación por los menores, no sólo aquellos que ya delinquen, sino por todos los menores; ninguno está exento de ser victimario o víctima, y eso se escuchó con mucha claridad en la reunión que convocara la Corporación para el Desarrollo.
La pregunta es: ¿cómo los ayudamos, resguardamos, contenemos? Contener, palabra que está en el tapete, ¿qué es contener? Mucho se habla de esa palabra que puede significar afecto, comida, permisividad, límites, educación. Considero que en la amplitud de este último concepto está el meollo de la solución, que por cierto no es inmediata, es a largo plazo y con mucha paciencia y dedicación de todos los actores. Pero debemos pensar en qué es brindar educación; es dar formación en valores que parten del conocimiento y del ejemplo. La educación no es sólo institucional, sino que parte del seno primitivo, de la familia, muchas veces ausente, ocupada o desinteresada. Educar es poner límites, partiendo de los mayores; es enseñar modales, partiendo de los mayores; es enseñar el valor y la dignidad del trabajo y no la holgazanería y la pereza en espera de la ayuda que llega de los gobiernos (con el consiguiente en rédito político), de la mano de planes infinitos que solventan los que sí trabajan, por medio de los impuestos y de los depósitos jubilatorios de significativo porcentaje. Estos planes deberían estar destinados para los que verdaderamente no pueden trabajar por razones de salud o de algún mal significativo y honradamente certificado.
El ocio en el cual están inmersos muchos argentinos, no es precisamente el ocio creador, es la pereza dañina que despierta el ansia de hacer precisamente lo peor. Y de ese no ver trabajar y juntar planes, de ese modo de vida han surgido varias generaciones, lo que no es la mejor manera de hacer la política de equidad e inclusión que tanto se proclama. De esa forma, somos muchos los que nos vemos inmersos en la inequidad, pues no es justo que quien trabaja y contribuye mantenga a quienes no lo hacen estando estos últimos sanos, y quizá ni piensan hacerlo, con el agravante de que quienes se ganan la vida día a día, se vean obligados a soportar, a sufrir la inseguridad.
Educar es enseñar a que deben ir a la escuela para aprender, no para que le paguen el plan, es encontrarse con docentes con vocación y dispuestos a ejercer la profesión que tiene, nada menos, el futuro en sus manos, y, como se dice ahora, es también a "negociar", que no debe significar permisividad, sino que el pacto debe pasar por "yo tengo la obligación de enseñarte y tú debes esforzarte por aprender y, si es posible, un poco más."
Para enseñar deben estar preparados los docentes, y si hablamos de contener, esa contención de la escuela debe partir de la enseñanza que se puede ofrecer en cuatro horas. Si algo más se les pide y pueden darlo, bienvenido, pero de la instrucción y los valores cotidianos, esenciales para ser un hombre honrado, son responsables todos los actores sociales.
¿Los robos cometidos en nuestra ciudad con malos tratos, golpizas y encierros? Quizá los causantes son ajenos a nuestro pueblo, pero es muy posible que se hayan engendrado de un semillero igual al que están viviendo muchos niños y jóvenes de hoy y de aquí.
Si la solución inmediata es más patrulleros y fuerzas policiales, ésta puede ser un calmante de acción inmediata, un paliativo, aunque poco duradero. Si mantenemos ese concepto sin preservar la buena formación de los menores, sin cultivar la solidaridad, la buena convivencia, la aceptación de los errores, la autoestima, la dignidad, entonces, sigamos preparando policías, fabriquemos más patrulleros, pongamos más rejas, vidrios, púas, blindémonos, y sigamos diciendo: "Por suerte no me lastimaron, violaron, mataron y tenía dinero para darles", porque esta situación no va a cambiar, va a empeorar.
Para concluir esta reflexión, me permito tomar una frase de un genial director de orquesta y un ejemplo de lucha por la convivencia en paz en un lugar en donde reina el odio, Daniel Barenboin: "Para lograr la paz hay que combatir la ignorancia", y también me atrevo a tomar las palabras del presidente uruguayo, José "Pepe" Mujica: "La educación es el camino. No hay tarea más grande delante de nosotros".

Publicado por: El Debate Pregón.

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